
Se cumplen 182 años de la Batalla de Arroyo Grande
Hoy (6/12), se cumple un nuevo aniversario de la Batalla de Arroyo Grande. El acto conmemorativo se desarrollará este 7/12 en plazoleta del fundador.
Las orillas del Arroyo Grande, más específicamente de su afluente Las Calaveras, son tierras fértiles para historias y misterios.
Los fríos datos geográficos informan que el Arroyo Grande tiene sus nacientes en la Lomada Grande y desagua junto al Rabón en el río Uruguay mediante dos brazos que encierran la isla Pacheco. Atraviesa el departamento San Salvador y es límite entre los departamentos Concordia y Colón.
Según la descripción que hizo Pablo Lorentz en 1878, sus márgenes estaban cubiertas con "un monte ribereño bastante escaso, de los mismos elementos que en el Palmar, rodeado por fuera de un matorral de acacias" (1). Muy cerca de allí se encontraba la estancia de López Jordån sobre una loma en la que están desparramados algarrobos, otras mimoseas y hermosos talas; a su pie corre el Arroyo Grande, que atravesamos sin dificultad. En el otro lado se encuentran una bajada grande, en parte pantanosa, rodeada por lomas suaves cubiertas por montes de ñandubayes” (2).

El paisaje era el escenario apropiado para que se tejieran fábulas y supersticiones, mucho más, al saberse que allí se entabló una de las batallas más cruentas que recuerda el territorio entrerriano.
Poco queda del bosque ribereño descrito entonces, apenas unos manchones salpican su trayecto hasta su desembocadura. La frontera agrícola llegó hasta el mismo borde del arroyo con largos trechos labrados y praderas de gramineas, sostén de la actividad ganadera.
Sin embargo, en la zona, el lugar sigue siendo conocido no tanto como sitio histórico sino por los relatos que se fueron tejiendo de boca en boca. No recuerdan tanto los pormenores de la batalla como las secuelas que dejó grabadas en la imaginación popular de la que, difícilmente, puede borrarse una huella.
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BATALLA FEROZ
Numerosos fueron los sucesos destacados que hicieron de éste un lugar tempranamente conocido: entre 1712 y 1820 la carrera de Postas que unía La Bajada con Salto Chico poseía una parada en la orilla de este arroyo; en 1803 Francisco Ramirez figura como Alcalde de Arroyo Grande; en 1820 el cacique Javier Siti o Sity con 1.500 aborígenes bajo la causa artiguista derrotó a la vanguardia de Ramirez en 1842, se desarrolla la Batalla de Arroyo Grande, sin lugar a dudas, el hecho más importante de los mencionados, por ser uno de los combates más grandes e importantes en las guerras civiles argentinas y uruguayas. Fue al 6 de diciembre de 1842.Se impusieron los federales sobre los unitarios.
En esta batalla. al decir del profesor Schuberts Flores. "no se enfrantaron argentinos y uruguayos sino dos bandos - Federales y Unitarios o Blancos y Colorados-, que encarnaban proyectos distintos, dos visiones contrapuestas de la patria. Por una parte el sentimiento americano, el país hispano-criollo, alimentado por la tierra y las tradiciones nacionales defensor del crecimiento autonómico, y por la otra el unitarismo centrista, porteño, con sus modismos europeos" (3).
En Arroyo Grande se encontraron: del bando federal, 9.000 hombres -entre los cuales estaba Justo José de Urquiza, gobernador de Entre Rios y al frente del ejército entrerriano- y unos 7.000 soldados de la milicia unitaria.
"La persecución, que se estilaba en las luchas de caballería, duró dos días.Se lanceó en la persecución y se degolló hasta el hartazgo en el campamento de Oribe. El degollador oficial, llamado El Paraguayo, después de esta exhibición de su destreza murió de alucinamiento perseguido por los tétricos recuerdos.
Según una crónica recopilada por el historiador Saldías, el resultado del enfrentamiento se debió a una picardía de Juan Manuel de Rosas. gobernador de la provincia de Buenos Aires, a la cabeza del ejército federal. "Rosas dio a su edecán Reyes precisas instrucciones sobre lo que debía expresar delante del representante inglés Mr. Mandeville sobre la escasa cantidad de caballos y otros inconvenientes que tenía el Ejército Federal para iniciar las operaciones. Esta información llegó rápidamente a los oídos de Rivera, quien ordenó apresuradamente iniciar la batalla contra el general Oribe, que, por el contrario, poseía suficientes fuerzas y caballadas. Fue sangrienta y dura la derrota para Rivera. Engañado y completamente vencido escapó arrojando su chaqueta bordada, su espada de honor y sus pistolas" (59).
Un numeroso grupo de hombres de su ejército que se rindió fue sometido a la ley de la época: decapitado, castrado o pasado a cuchillos. "Los del otro bando no fueron menos feroces" (6).
LAS CALAVERAS
Un afluente que recibe el Arroyo Grande en su margen derecha se denomina, Las Calaveras. Los antiguos moradores hacen referencia al origen del topónimo y dan como seguro lo que sostiene la leyenda, según la cual, después de aquel sangriento hecho de armas quedaron en el campo los heridos y los muertos. Había quien pedía a los despenadores que procedieran cuanto antes.
Allí andaba un sacerdote, que todavía no tiene su estatua. Una de esas almas santas que honró en alto grado el hábito que llevaba. Este sacerdote no solo ayudaba a bien morir a cuantos desdichados pudo atender y socorrer, aún poniendo en riesgo su vida, sino que también, con los muertos de esa batalla, fundó el primer cementerio cerca del Arroyo Grande.
Cuentan los viejos pobladores de la época descendientes de los que intervinieron en la Batalla de Arroyo Grande, que en noche de plenilunio creen ver la imagen del sacerdote cruzando entre las cruces de madera, envuelto en mantos blancos.
La batalla desarrollada en las cercanías del Arroyo Grande tiene un lugar muy importante en la historia de Argentina y los hombres del lugar transmiten la leyenda de generación en generación deseando mantener en la memoria popular un hecho histórico que costó muchas vidas anónimas, hoy olvidadas. La leyenda y el topónimo son una forma de evocarlos.
"La imaginación popular, unida a la superstición, taje la leyendas como la araña su tela, para que no desaparezca el recuerdo de las almas buenas; ya que poco se acuerda la historia de los héroes anónimos o humildes de esta naturaleza, cuando no consta documentación probatoria de los hechos" (7).